A través de posteos, lecturas, fotos y videos hemos encontrado testimonios y data sobre la violencia de género. Obviamente lo ideal sería que nadie sufriera violencia de ningún tipo para no ver este tipo de contenido pero la realidad es que compartir estos materiales es sumamente necesario.
La visibilidad de la violencia es necesaria para:
Mejorar formas de asistencia.
Crear espacios seguros.
Cuestionarnos la sociedad y re construirla.
Mostrarle a las víctimas que no son las únicas y que no estan solas.
Contabilizar el problema por tanto hablar de las soluciones.
La violencia que sufren las mujeres es particular, única y aun cuando suene contradictorio es universal.
Algunos pueden decir que el exceso de visibilidad de este tema en las redes sociales, despertó la vulnerabilidad que tenemos por ser mujeres en esta sociedad. Difiero, esa vulnerabilidad la vivimos, la sentimos hasta los huesos, y la experimentamos todos los días; es como una neblina que nos sigue a todos lados.
Por tanto la visibilización del problema no exagera la situación, solamente la pone en la conversación.
Esto pasa desde siempre, solo que ahora podemos nombrarlo.
Es importante que hablemos de violencia pero hablemos también de la confianza que debemos generar en el género para que sea posible eliminarla.
La visibilidad nos ayuda y es necesaria porque ayuda a disipar la neblina, nos rescata del olvido y nos ayuda a reconocer públicamente y contar a todas esas mujeres que sufren de una forma u otra la violencia, que fueron golpeadas o desaparecidas. Obliga a la sociedad a nombrarlas y ayuda a que las víctimas se identifiquen con otras.
Lo importante de la visibilidad es que nos ayuda a ser conscientes de que está bien exigir nuestros derechos y que es más fácil si contamos las unas con las otras.
El contar nuestras historias nos enriquece, nos empodera y puede animar a otras. Hay historias que nos hace reconocer las nuestras, y hay victorias que nos hacen tener esperanza.
Reconocernos con el derecho a exigir nuestros derechos es la forma más pura de amor propio y reconocer nuestro derecho a tener una vida vivible es el punto máximo de ese amor.
Son las pequeñas nociones diarias las que nos hacen tomar acciones sobre lo que merecemos. Al final las inseguridades pueden nacer o venir de muchos lados, solo conociendo otras historias nos damos cuenta que muchas de esas inseguridades son aprendidas o heredadas y que podemos romperlas o moldearlas a nuestro beneficio.
Comparte tu testimonio en ayuda@crucesxrosas.org y sigamos construyendo para que todas podamos tener una vida vivible.
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