Después de terminar mi última relación violenta, me preguntaba; ¿Por qué tuve que encontrarme con una persona así?, ¿Por qué casi todas las mujeres que conozco también tienen o han tenido un agresor en su vida?, ¿Es posible tener una relación sin violencia?
En mi historia y en la de mis amigas y hermanas, los agresores simplemente aparecieron o ahí estaban, esperando la señal de entrada. ¿Cómo lo lograron? Porque sin sospecharlo, en ese momento buscábamos vivir esa fantasía de amor romántico socialmente normalizada en la que el hombre y la mujer tienen roles bien definidos, en la que nos rescatábamos el uno al otro de nosotros mismos y por la que estaríamos dispuestas a cambiar (¿qué? ¡quién sabe! pero algo habríamos de cambiar en nosotras para seguir siendo dignas de amor y demostrar que nuestro cariño vale la pena).
En una encuesta realizada a mujeres a través de las redes sociales de Cruces X Rosas, el 74% dijo haberse enamorado de su agresor gracias a sus “detalles románticos”.
En todas las historias estábamos lejos de saber que esos pensamientos fomentaban las mismas actitudes machistas y misóginas que después culminarían en la violencia que vivimos. Mucho menos sabíamos que el agresor más peligroso es aquel que desde siempre ha vivido idealizado en nuestra cabeza.
Lo que descubrimos mucho tiempo después es que en nosotras está el superpoder de evitar parejas potencialmente violentas y enamorarnos perdidamente de ellas. Sí, nos vamos a seguir topando con este tipo de personas pero podremos elegir no hacerlos parte de nuestras vidas.
Ya sea que hayas vivido una relación violenta o sigas en una actualmente, confía en que tienes la capacidad de romper con el patrón y crear la vida que quieres. Empieza por identificar estas señales de alerta y activa tu superpoder:
1. Alguien que te ama bien conoce tus puntos más vulnerables pero jamás los usaría en tu contra para hacerte daño. Si una persona dice amarte pero busca herirte y manipularte a través de esas grietas, corre de ahí inmediatamente.
Este es un punto de quiebre en la relación a partir del cual solo irá cayendo más y más bajo, aumentando así la gravedad de la violencia.
→ Identifícalo si: a menudo sientes que en tus decisiones tienes que escoger entre sus necesidades y las tuyas y al final quedas en segundo plano, si intenta hacerte sentir insegura y usa frases como : “si no me cuidas, me voy”, “ya no te arreglas para mí”, “si no me celas no me quieres” o “tengo celos porque te quiero”. O si intenta alejarte de tu familia y amigos diciendo cosas como: “tu familia no me quiere”, “tus amigos son mala influencia” o “no me gusta que le hables a tal persona”, entre otras.
En la misma encuesta, el 96% dijo creerse amada por su pareja peses a la violencia que estaba viviendo.
2. Reconoce y acepta rasgos de machismo y misoginia en ti misma. Admitir que tenemos este tipo de pensamientos nos ayuda a darnos cuenta que hemos dejado el cariño y la aprobación propia en manos de alguien más.
→ Pregúntate: ¿siento que hay actividades o experiencias desagradables que me tocan vivir solo por ser mujer?, ¿siento que tengo que competir con otras mujeres por el cariño y la atención de los hombres en mi familia o en mi entorno?, ¿me he sentido orgullosa por llevarme mejor con hombres que con mujeres?, ¿siento que debería arreglarme más para mi pareja?, ¿he pensado que es normal ser excluida de situaciones y conversaciones “solo para hombres”?
Algunas mujeres consideran que son normales y hasta aceptables algunas de las conductas y pensamientos que aquí pongo de ejemplo; si es tu caso te invito a indagar en el origen de esas creencias y ponerlas en duda; ¿Te sentirías más o menos libre sin ellas?
Ni los celos ni cualquier clase de violencia psicológica son actitudes de una persona que ama a otra, y aunque son comunes, no son irreparables. Siempre podemos comenzar a mirarnos a nosotras mismas y a ponernos en el centro de nuestra atención; todas tenemos el superpoder y la responsabilidad de construir nuestro amor y nuestro valor desde adentro.
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